Guitarra flamenca club
La GUAJIRA
La guajira es un palo del flamenco que está dentro del grupo de cantes de ida y vuelta.
No está sola la guajira en su viaje, la acompañan, entre otras, la rumba, la vidalita y la colombiana.
¿Pero a dónde van, y de dónde vienen, estos cantes de ida y vuelta?
Ir, van a América en forma de flamenco, y volver, vuelven a la península, impregnados nuevas formas que les ofrece el nuevo continente. (Nuevo para nosotros, que de viejos somos todos iguales)
¿Y porqué se van? Se van los flamencos a ultramar en busca de trabajo, de fortuna, de aventuras o simplemente escapando cada uno sabe de qué o de quién.
Una vez llegados a América, el artista no es indiferente a la forma de cantar y a la música de la tierra que lo acoge.
Todas conocemos a alguien que estuvo de vacaciones en el Sur y volvió con acento. Algunas expresiones también son contagiosas: ¿Qué tal tu viaje? “Rebién” te contesta, normal, si es que estuvo en Argentina.
Con los cantes pasa lo mismo.
Del puerto de Cádiz salen, en el siglo XVIII, una alegría, una soleá…Y una vez allí toman prestadas giros, letras y melodías que nos transportan a un escenario bien distinto al de la Andalucía de donde partieron.
Y quien dice Cuba dice Argentina o Méjico, donde nacerán la vidalita y y la colombiana respectivamente. (Has leído bien, la colombiana viene de Méjico, para ponerlo todo más fácil).
La Vidalita nace en la pampa argentina, y tiene el patrón de los villancicos criollos. Su melodía es dulce y recuerda a una nana.
Sus letras son tristes, su melodía nostálgica. Valga de ejemplo la que canta Mayte Martín, que por cierto, es una maravilla a la hora de hacer los estiramientos al finalizar la clase.
La guajira toma su nombre de “guajiro” que es el campesino cubano, aquí un pagés, allí un labrador, allá un guajiro.
Pero todos trabajando duramente la tierra para conseguir lo que en cada latitud les ofrezca.
En Cuba les ofrece caña de azúcar y tabaco, una mercancía que viaja derechita a la península.
Y mientras cosechan, cantan que te cantan coplas de sus cantes antillanos con las que entretener el duro trabajo del campo .
Estas guajiras son las que se cruzarán en el camino del flamenco, regalándonos un aire y una cadencia hasta entonces desconocidas.
Las guajiras flamencas tienen un compás de 12 tiempos, como la alegría, su velocidad también es parecida.
Se suele bailar vestida de colores claros, blanco roto, rosa palo, celestes. Las puntillas y los encajes predominan sobre los lunares o las flores.
Es muy común bailarla con abanico, dándole un toque sensual que me resulta irresistible. ¡Amo las guajiras!
Una particularidad suya es que la bailaora puede (no es obligatorio ni te echan del club de la guajiras si no lo haces), zapatear sentada.
Yo lo vi en el 2000, en el espectáculo de la Yerbabuena “5 mujeres 5” y flipando me quedé.
Qué bonito queda, con esa música, esa melodía, con tu abanico y tu vestido claro, zapateando como quien no quiere la cosa.
Otro asunto bien curioso que distingue a las guajiras es la temática de las letras.
Las letras recogen el día a día del que las canta y obvio, que no iban a cantar los cubanos sobre el Pisuerga que pasa por Valladolid.
Es por eso que las guajiras nos regalan unas letras que enamoran, que te llevan a un pasado desaparecido y sugerente.
Son letras que su época serían actuales, lo mismo que para nosotros fueron en su momento actuales las letras de las canciones de Mecano.
Pero si de aquí siglo y medio alguien cantase “Perdido en mi habitación” pues claro, primero habría que explicar que qué es un disco, o un televisor, y que porqué había gente que no sabía qué hacer (se nota que no había Facebook)
Lo mismo pasa con las letras de las guajiras que nos lanzan al pasado, a un escenario exótico y tropical que tiene a la Habana mestiza como telón de fondo.
Valgan de ejemplo la que canta Juanito Valderrama:
“Es la mulata un terrón
es mi mulata un terrón
de azúcar canela hecho
que arrimándoselo al pecho
quita el mal de corazón”.
O la archiconocida:
“Contigo me caso indiana
si se entera tu papa
y se lo dice a tu mama
hermosísima cubana
tengo una casa en la Habana
destinada para tí.
Ay! con el techo de marfil
y el piso de plataforma
para tí blanca paloma
llevo yo la flor de lis.
Me gusta por la mañana
después del café bebio
pasearme por la Habana
con mi cigarro encendío
y sentarme muy tranquilo
en mi silla o mi sillón
y comprarme un papelón
de esos que llaman diario
y parezco un millonario
rico de la población”.
Y para acabar, te dejo una selección de 3 vídeos de guajiras que me encantan y que no me canso de mirar.
Merche Esmeralda baila aquí en la película “Flamenco” de Carlos Saura. Hace nada más ni nada menos que 19 años que se estrenó la película (1.995). Para mí es la máxima expresión de la elegancia, la sensibilidad y el estilo con que se puede bailar una guajira. Indispensable, si sólo tienes tiempo (o datos en el móvil) para ver 1 vídeo, sin duda quédate con éste.
El segundo vídeo es de Karen Lugo en Casa Patas en Madrid. Demasiado. Cuando la vi bailar la primera vez esta guajira no sé cuantas veces fui pa’lante-pa’trás-pa’lante-pa’trás para no perderme detalle de cómo baila la mujer.
Y para acabar, aquí te dejo una guajira de Miguel Vargas y su compañía. Miguel Vargas dirige el Centro de Arte y Flamenco de Sevilla. En 2010 funda su propia compañía Miguel Vargas: Flamenco Dance Theater con la que baila piezas tan bonitas como esta: